Hay cosas en esta vida terrenal y en la vida espiritual, que solo acontecen a su debido tiempo. Las promesas de Dios tenemos que saber que tienen su tiempo, para verlas en nuestras vidas.
PUNTO 1: A SU DEBIDO TIEMPO
Eclesiastés 9:11 (RVR-60)
11 Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.
Las cosas son para todos aquellos que acortan el tiempo por medio de la fe. Creer es muy importante y es que hay personas que piensan que saber mucho es garantía del éxito pero eso no es así, porque saber no es creer.
El tiempo juega un papel muy importante, en la definición de muchas cosas. Este es tiempo de creer, llegó el tiempo indicado.
¡La grandeza está, en conocer nuestro tiempo!
PUNTO 2: LA EXPECTATIVA DE TU FE
Marcos 5:28 (RVR-60)
28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
Nosotros podemos estar en el lugar correcto, en el tiempo correcto y con la gente correcta. Pero una mala expectativa de las cosas no nos van a permitir recibir nada de Dios. Cuando llega nuestro tiempo, y tenemos una buena apreciación de nuestra hora, se hará como nosotros queremos, así como Jesús le dijo a la mujer sirofenicia.
Debemos venir con una expectativa gloriosa. Hagamos como esa mujer, Jesús iba para la casa de Jairo, pero ella dijo: este milagro es mío.
PUNTO 3: JESÚS ES MOVIDO POR MI FE
Salmo 27:13-14 (RVR-60)
13 Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes.
14 Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová.
Cuantas bendiciones nos estamos perdiendo, cuando pensamos que a Jesús lo mueven más las lágrimas que la fe. Dios es misericordioso pero a él le gusta más la fe.
El Señor nos dice que tiene bendiciones reservadas para nosotros, que ya tienen nuestro nombre escritas en ellas pero solo por medio de la fe las vamos a poder ver. Debemos de creer, esa parte es la que nos corresponde a cada uno de nosotros.
Lo que el Señor tiene para nosotros en este tiempo es más grande y glorioso que todo lo que hemos visto en el pasado.